sábado, abril 05, 2008

PAREDES



Y en algún lugar de Costa Rica una humilde abuela de ochenta y tantos no podrá recibir los doscientos kilos de cocaína que había adquirido.
La policía tica había detectado, en la ruta hacia la ciudad capital, al delivery con la mercancía en la medianoche de ayer. Eleonora Hurtado era un héroe nacional para algunos y el enemigo público número uno para el resto.
Susana apagó la vieja Tv. Korting, ese era el último noticiero del día y no habría más novedades del tema que le quitaba el sueño, la anciana dealer. Fue a buscar los sahumerios y los encendió.
La vieja cantaba “chesucristu…chesucristu” en perfecto portugués mientras barría, el viejo hablaba en árabe con la embajada del país de los faraones para ultimar detalles y ella se lamentaba en castellano. La solterona loca ya había apagado el televisor, en cinco minutos empezaría con la ópera, porque estaba demente y encima era tenor.
Las autoridades de la localidad bonaerense de San Fernando estarían tras el rastro de la ecuatoriana Eleonora Hurtado. Hurtado, de 84 años, es la narcotraficante más buscada del momento y habría arribado al país horas atrás en un jet privado a la ciudad mencionada anteriormente. Pavadas. Poco le interesaban los casos policiales, del mismo modo que no le importaba la multitud que un día antes se había juntado en la plaza para celebrar la valiente decisión del general de copar esas islitas del sur. No estaba bueno el edificio de Bolívar y Av. de Mayo. Era su último día en el país, pronto partiría a África ,a un lugar, a un idioma del que solo conocía unas irreproducibles palabras que le había enseñado su padre.
Alcanzó el registro esperado, el perfecto, su voz era la puerta al Olimpo para ella y también para sus vecinos (que sabía que la escuchaban). Y eso se conseguía con ensayos. La noche era el momento, un poco de J. Daniels y el manjar llegaba solo. Pronto, muy pronto sería destinado su canto, su Carmen, al club del barrio, allá en el sur.
Decide conciliar el sueño cuando un impulso autómata (todos los impulsos son autómatas) la obliga a encender la caja boba para escuchar la sorpresa: Eleonora estaba en la Argentina. En ese instante, me contaba días después, se apareció una idea, de esas típicas de los bohemios decía. De esas que pueden surgir solo a los que llevan la marca de Caín, los tocados celestiales. Susana no sabía como, pero le iba a hacer llegar su voz a la anciana tica. O por lo menos lo añoraba.
El sol afirmaba que no estaba todo tan bien, estaba inseguro. Es que toda esa gente aglutinada, gritando enojada contra el general...era raro, hoy no celebraban. Y ella tampoco celebraba….avenida de la rábida…el taxista maldecía; partido de Ezeiza, sus padres suspiraban aliviados.
Ya no pisa el suelo, la morena anciana del asiento de al lado se saca el walkman, la mira y le sonríe con calídez, mira su gran valija, parece que esta escuchando ópera. Parte, los aviones nunca vuelven.
Es la misma foto, pero siempre es distinta, sus hijos juegan en el comedor del P.H, hacen un ruído tapado por el de las cacerolas. Llega la pizza, dos horas después , fría. Les cuenta que el fin de semana van a ir a visitar al abuelo, los niños gritan inútilmente, no se puede salir a la calle. No soporta el sonido del teflón golpeado, pone una ópera. Sonríe.