miércoles, octubre 03, 2007

Shakin´all over, la parte de adentro. Un monton de ruinas (parte dos)

Y el trapo corría siempre acompañado por el palo. El piso mojado disparaba un olor insoportable, hedor invencible. A su vez, la mugre de las topper que lo habitaba no lograba evitar que los azulejos reprodujeran ojeras, resacas y demás. Los cuatro magnificos se miraban y sus cabezas se movían de izquierda a derecha. Capital escaso, mugre de sobra…lo de todos los sábados.
Se seguían mirando, enojados….
El reloj retrocedió seis horas, no había público en el local, tan solo unos pocos periodistas y algunos familiares, esos que las bandas se encargan de negar como tales para sumar meritos. Escalas de blues, luces azules y rojas intermitentes en el escenario, posters, vasos y personas tiradas en el piso. Los músicos se gritaban con el operador para definir redoblantes; cantantes de bandas varias simulaban tener onda entre sí. Onda que duraría seis horas. Dos de los magníficos charlaban alegres acerca de las grandes bandas de la zona sur. Por lo tanto hablaban de dos o tres grupos. Los cables pasaban, venian, se alargaban se enroscaban, iban, Hendrix miraba, fijo siempre fijo. El tercer magnífico tomaba y miraba la escena que vendría .
“We´re sudamerican rockers” entro cantando el sexto, todos miraron, sus compañeros lo celebraron, brindaron. Enseguida se adueñó de la situación, una chica se le sentó y le cantó al oído. “Encontré un montón de ruinas en el mar/junto a las esquinas/hacia el sol van dirigidos/todos los pensamientos/todos los pensamientos”. Rock . Rubiecita, flaquita, rockera, ojitos verdes. Y el hablaba sin parar. “Muchas veces el rock es como una hoja seca, no tiene vida, pero igual vuela” comentó a los que escuchaban.
Las que no lo hacían eran las cajas de cerveza imperial, muy requerida, “no se vende en los kioscos” había contado uno de los camioneros días antes, luego de iniciar una oda contra la “estela”. Sorteaban sillas y mesas en una velocidad insospechada e inédita.
De repente, el cuarto magnífico se sobresaltó y grito “que hijo de puta¡!”; en el momento en que la primer banda pisaba el escenario, la barra y la cerveza se movían como nunca, la gente saltaba: el quinto magnífico, el que ponía la música, el creativo, el amigo de la bestia, el médium, no estaba más. “Te busqué en tus escenarios/te busqué entre los armarios/y encontré un montón de ruinas”; cantaba el sexto al oído de la miranda girl.
Estaba en Lomas, con una señorita en un bar, al lado de un conocido hotel, pero al señor cuarto no le importo mucho la delicadeza del S.M.S. Decidió romperle la cabeza, tarea sencilla.
“No busques el rock en las guitarras” continuaba el sexto magnífico en la mesa. La joven se había dormido, pero los tres oyentes sabían que se divertiría más tarde, el magnífico cumpliría. Cuando terminó su octavo fernet acreditado (así llamaba a las gentilezas de la casa, que todavía pensaba que él era una leyenda) culminó citando a Frank zappa : “everything you know is wrong” dijo.

Hoy también quise
oir tu voz
y escuche falsas alarmas
esta vez
no volveras tan bien
yo se que el tiempo es
acorde nuestro
y esta vez
no volveras tan bien
que el tiempo es así
acorde menor.


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